La guerra implica muerte y destrucción, no se puede concebir sin que aparezca frente a nuestros ojos la oscuridad y la soledad que genera, pero por sobre todo nos lleva a enfrentarnos con nuestro ser y tratar de entender quiénes somos y hacia dónde vamos. Allí, surgen nuestras dudas espirituales más profundas, que nos hace aferrarnos fuertemente a nuestras creencias y nos obliga, si no fuésemos creyentes, a creer en algo, ya que no tiene sentido terminar nuestra vida en combate si no se cree en la trascendencia del ser humano, a partir de su alma inmortal.
En la guerra surgen estos interrogantes y Malvinas no fue la excepción, como lo describe el padre Santiago Mora, capellán militar destinado en Darwin: “En la vida cotidiana no tenemos mucha noción de que la muerte puede llegarnos en cualquier momento (se nos cae una cornisa en la cabeza, nos atropella un coche, sufrimos un paro cardíaco), pero en la guerra sí. Cualquier minuto puede ser el último. Y muchos, por las dudas, querían poner al día sus cuentas espirituales. Realmente enriqueció mi vivencia sacerdotal escuchar esas «confesiones de trincheras»”.
Durante la guerra de Malvinas los capellanes militares acompañaron a todas las unidades, brindando su valioso apoyo espiritual, otorgándole una fortaleza particular a la tropa, que se ve reflejado en el comentario del soldado Mario Esteche:
"Me acuerdo una mañana, cuando ya se veía venir el enfrentamiento, tuvimos una misa. Vino un sacerdote de la Armada, un capellán, a dar una misa. El sacerdote nos habló mucho, nos habló de lo que significa matar y de lo que significa morir, y de lo que significa con respecto a lo que puede ser pecado para la Iglesia y de lo que significa matar en defensa propia. Él nos daba tranquilidad porque nos decía que no era injusto, y que nosotros en ese momento teníamos el apoyo de Dios y de la Iglesia. Eso nos daba tranquilidad espiritual".
Un ejemplo de fortaleza espiritual y liderazgo se ve reflejado en la religiosidad del Teniente Néstor Estévez, cuya semblanza ética y moral, nos brinda su confesor, el padre Mora, de esta forma: “Estévez fue, combatió como un héroe y murió como tal. Era un chico de mucha espiritualidad. Comulgaba todos los días y se confesaba muy frecuentemente. Una gran persona. Hablaba bastante seguido de su próxima muerte. Yo le decía que morir por la Patria estaba muy bien. Es decir, que coincidíamos”.
La carta póstuma, de quien representa el paradigma del liderazgo militar argentino en Malvinas, refleja en sus líneas la trascendencia que le dio en su preparación para la guerra la posibilidad de morir en combate. En tal sentido manifiesta su compresión de la realidad, su determinación, fuerza interior y su confianza en la justicia de la causa a la cual servía, en definitiva, su rigurosa preparación religiosa y espiritual para entregar su cuerpo en pos de un fin superior.
La formación espiritual, constituye una fortaleza en la construcción del liderazgo militar, resultando determinante e invalorable a la hora de entrar en combate directo.
Carta póstuma del Teniente Roberto Estévez, refleja las virtudes e ideales del soldado argentino:
"Querido papá:
Cuando recibas esta carta, yo estaré rindiendo cuentas de mis acciones a Dios Nuestro Señor. El, que sabe lo que hace, así lo ha dispuesto: que muera en el cumplimiento de mi misión. Pero, ¡fíjate vos qué misión! ¿No es cierto? Te acordás cuando era chico y hacía planes, diseñaba vehículos y armas, ¿todos destinados a recuperar las islas Malvinas y restaurar en ellas Nuestra Soberanía? Dios, que es un Padre generoso, ha querido que éste, su hijo, totalmente carente de méritos, viva esta experiencia única y deje su vida en ofrenda a nuestra Patria.
Lo único que a todos quiero pedirles es: que restauren una sincera unidad en la familia bajo la Cruz de Cristo. Que me recuerden con alegría y no que mi evocación sea la apertura a la tristeza. Y, muy importante, que recen por mí.
Papá, hay cosas que en un día cualquiera no se dicen entre hombres, pero que hoy debo decírtelas: gracias por tenerte como modelo de bien nacido, gracias por creer en el honor, gracias por tener tu apellido, gracias por ser católico, argentino e hijo de sangre española, gracias por ser soldado, gracias a Dios por ser como soy, y que es el fruto de ese hogar donde vos sos el pilar.
Hasta el reencuentro, si Dios lo permite. Un fuerte abrazo. Dios y Patria o Muerte.
Roberto."
Autor del artículo para Vence: Patricio Trejo
Teniente coronel del Ejército Argentino, Oficial de Estado Mayor, Magister en Historia Militar, autor de libros y de numerosos artículos sobre temas militares. Docente, escritor e historiador. Miembro del Instituto Argentino de Historia Militar.
Bibliografía:
Simeoni, Héctor; Malvinas: Contrahistoria, Editorial Inédita; Buenos Aires; p. 70.
Speranza Graciela y Cittadini, Fernando; op. cit.; p. 86.
Simeoni, Héctor; Malvinas: Contrahistoria, Editorial Inédita; Buenos Aires; p. 72.
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